Mi ciudad es tan grande que le caben todas las nostalgias y,
aunque apretados, todos los vacíos:
La soledad de la prostituta que a las seis de la mañana
sigue esperando
quien pague por un tiempo en sus pechos frios
El dolor de los hombres que piensan en morir mientras cruzan
un puente
La rabia de las personas en los hospitales
llorando sin lagrimas
La prisa con la que comen las personas en los comedores
comunitarios
El cansancio de la espera delante de la línea amarilla
del metro
A veces los perros se cansan de ser perros
en el aceite sobre asfalto de las colonias populares
A veces alguien se ahoga por respirar los residuos
de la tristeza que la gente expira