sábado, 17 de agosto de 2013
La Morena
Vivo en la ruidosa azotea
de un edificio en una calle
que lleva por nombre
el tono de piel de sus brazos y sus piernas
-o el de la empresa de chiles
jalapeños en escabeche
y chipotles adobados-
Me despiertan los aviones
y a veces me duermen
y me levanto
con maullidos ausentes:
hacen falta gatos
La noche permite el desfile
del tamalero y los coches
de bicicletas y patrullas
y besos dos metros antes
de los umbrales
ante la sombra multiplicada
por las palmas
Desde el borde superior
-del prisma rectangular
la cajonera
el edificio-
hacia abajo, a esas horas
se ve poco
El barrio finge descanso.
-Mañana seguirán pasando
los perros-
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